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Cestería

Dentro de los oficios tradicionales, se considera que la cestería es el más antiguo. Antes de que se desarrollara la cerámica, en el territorio que hoy conocemos como Chile los pueblos indígenas precolombinos fabricaban objetos de uso cotidiano con fibras vegetales naturales. Lo hacían los atacameños, los mapuche, los patagones y los fueguinos, utilizando diferentes técnicas para entrelazar, principalmente la de aduja. Un extenso cordón en espiral, que luego se va uniendo entre sí con una fibra de enlace hasta formar una estructura.  

La expresión más al norte de este oficio en Chile se encuentra en La Serena con la cestería en totora. El trabajo en esta fibra se caracteriza por su técnica: el uso de un entramado que tiene el aspecto de un tablero de ajedrez. Llegando a la Zona Central, en la localidad de Chimbarongo aparece el mimbre. Allí, cuna de hábiles artesanos de una tradición mestiza, hasta el día de hoy se cultiva, cosecha y trabaja esta fibra. Una materia prima tan versátil, que se utiliza para tejer todo tipo de objetos utilitarios, desde canastos hasta muebles de comedor.

También en la Región de O’Higgins, específicamente en la localidad de Pichidegua, desde mediados del siglo XX se desarrolla la cestería con hoja de choclo. Según se dice, esta tradición fue llevada a la zona por una artesana que aprendió desde niña a trenzar con paja de trigo. Esta última se mantiene viva un poco más al sur, en la Región de Ñuble. En este lugar destaca el trabajo de las colchanderas: artesanas que hacen la cuelcha. Un trenzado que se realiza solo con paja de trigo, que es la base de la tradicional chupalla de campo.

En Rari, al interior de Linares (Región del Maule), se desarrolla particularmente la micro cestería en crin de caballo. Un conocimiento que las mujeres aprenden desde los 5 años, que ha sido traspasado de generación en generación. Para ello, las artesanas aplican la misma técnica con la que crean piezas utilitarias en piezas de un formato más pequeño, de carácter ornamental. Objetos sutiles y finos que miden entre 7 milímetros y 12 centímetros, que se construyen mediante un urdido en fibra vegetal que sostiene una trama de fibra animal. Las formas pueden ser planas o volumétricas. Su aspecto es traslucido, lo que permite observar claramente su estructura y la destreza manual que requiere su confección.

En la misma región se desarrolla la tradición cestera de Uraco. Una localidad ubicada cerca de Vichuquén, donde las artesanas ocupan como materia prima principal el coirón (Andropogon Argenteus). Esta cestería es elaborada con la técnica de aduja, que consiste en armar un cordón con varillas de coirón, que luego van cosiendo con hilo sintético. Con está técnica crean piezas de tejidos compactos (como costureros y joyeros) y otras de un tejido abierto (como paneras y fruteras). 

Más al sur, a medida que crece la presencia de bosque nativo y zonas lluviosas, se encuentra la cestería tradicional del pueblo Mapuche. En todo el territorio mapuche se utiliza una técnica en particular: la de aduja. Esta técnica nos habla de una tradición indígena de cientos de años, que tiene sus raíces en la época prehispánica. Por las características climáticas de su territorio, esta técnica tradicional se desarrolla en distintas materias primas, como la ñocha y el coirón en Huentelolén o el boqui pil pil y el boqui fuco en las regiones del Biobío y Los Ríos.  

En Chiloé, el oficio de la cestería es también realizado desde tiempos inmemoriales. Por ello, su particularidad radica en la diversidad de su expresión, que logra fundir de manera armónica las tradiciones de los antiguos habitantes del archipiélago con las de los conquistadores, en un sincretismo único. Las fibras vegetales tradicionalmente utilizadas son el junquillo, el boqui, la quilineja y la manila. Con ellas se elaboran artefactos utilitarios como canastos recolectores, cernidores y de prensa. También figuras decorativas que representan su universo mitológico, como El Trauco, La Pincoya, El Invunche, La Sirena, La Voladora, El Basilisco y La Condenada.

En Magallanes la cestería responde a las antiguas tradiciones artesanales de los grupos canoeros del archipiélago austral. Yamanas y Alacalufes, cuyos pequeños canastos utilitarios -también realizados con al técnica de aduja-, son el reflejo de un estilo de vida ya desaparecido.

Artesana (retrato): 

Eva López, textilera quechua. Región de Antofagasta.

Fuente bibliográfica:  
Memoria Chilena + Área de Patrimonio de Fundación Artesanías de Chile.

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  • 1 Narajnajo
  • 1 Turquesa

Material de la pieza +

  • 108 Cerámica
  • 35 Fibra animal
  • 11 Lana
  • 100 Madera
  • 51 Plata
  • 39 Tela
  • 1 Alpaca
  • 1 Cacho buey
  • 11 Cuero
  • 116 Fibra de alpaca
  • 114 Fibra vegetal
  • 299 Lana de oveja
  • 3 Metales
  • 3 Piedra
  • 13 Yeso
  

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