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Revista Digital

VIVE LA ARTESANÍA

Marco Pailamilla – Rütrafe busca ayudante

Paradójicamente, el mayor aprendizaje del rütrafe Marco Pailamilla Ortiz (55), quien lleva cuarenta años dedicado a trabajar la plata, fue enseñándole a otros: traspasando a sus estudiantes todo lo que aprendió de manera autodidacta observando, oyendo y releyendo el registro personal de plateros mapuche más experimentados. Aquí desentraña el punto de origen, cuando a sus 12 años deambulando por Temuco, su ciudad natal, se encontró con un aviso: rütrafe busca ayudante. “Primero lo hice por necesidad, después porque se me volvió algo necesario”, reflexiona al repasar el camino que lo llevó a las aulas. “Como hago clases me dicen profesor, pero yo no tengo un título. Como quien me ha enseñado es la vida, yo me siento más un maestro”.

Por Bernardita Ortiz Lillo.  
Fotografía: Hisashi Tanida y Ly González.

La primera vez que Marco Paillamilla Ortiz (55) salió a buscar trabajo para llevar el pan a la casa tenía doce años. Fue a principios de los años ochenta, deambulando por las calles de su natal Temuco, en la Región de La Araucanía, cuando se encontró con Carlos Cantriqueo. Un rütrafe (quien trabaja la plata) de la zona que, sincrónicamente, estaba necesitando urgentemente un ayudante; un par de manos extras para continuar trabajando en su taller piezas tradicionales de la platería mapuche.   

“Mi mentor, quien ya falleció, me pagaba por ayudarle a hacer lo básico: pulir y lijar. Yo creo que ahí quedé como pegado, con un bichito que me decía que tenía que seguir ahí. En esos primeros años fui entendiendo que se podía vivir de esto. Producíamos aros que se vendían muy bien y en grandes cantidades, pero sentía que algo me faltaba. Ese saber fundamental que tiene que ver con los significados y la simbología de las piezas”, recuerda Marco. 

Aunque pertenece al pueblo Mapuche, reafirma orgulloso, en su familia, que es parte de la comunidad de Panguinilahue, ubicada a 30 kilómetros de la localidad de Lanco hacia Panguipulli, donde están sus raíces, nunca le enseñaron de artesanía. Su relación con ella comenzó como una necesidad, reflexiona, sin imaginar entonces que con el paso de los años ejercer el oficio se le volvería, más bien, algo necesario: un impulso vital que fue alimentando de forma autodidacta. “Ya de adulto me fui dedicando a estudiar libros solo, de forma independiente, recopilando uno y otro conocimiento que fueran enriqueciéndome con la parte simbólica de la cosmovisión de mi pueblo. De qué se trataba, qué era lo que realmente estaba haciendo, en ese camino me di cuenta prontamente de que el oficio que yo ejercía era mucho más importante de lo que podía imaginar”, confidencia. 

“A la plata llegué a los 12 años. Primero lo hice por necesidad, después porque se me volvió necesario”.

Fue en esa búsqueda constante por descifrar todo lo que no había aprendido de su propia familia la que lo llevó a ser parte del equipo docente del Programa de Artesanía impartido por la Escuela de Diseño de la Universidad Católica de Temuco, donde saboreó por primera vez algo que hoy lo define: enseñar y traspasar a otros esa sabiduría ancestral que fortuita y generosamente se le compartió a él cuando era apenas un niño. “En vez de llevar un papelito escrito, mi currículum fue llevar un par de aros y un collar”, recuerda entre risas.  

Los años que vinieron, cuenta Marco, corrieron rápido. En la misma ciudad donde nació y aprendió su oficio, debe haber sido en el año 1998, saca la cuenta con los dedos, cuando se independizó con un taller propio que llamó Kilkaimapu, del mapudungun kilkai, un adorno pectoral tradicional mapuche, y mapu, que significa tierra. “Que sería algo así como collar de tierra, que representa mi intención de volver a los orígenes y su carácter ancestral”, explica. Fue entonces, confidencia, cuando se reconoció a si mismo por primera vez como un rütrafe. “Cuando definí que mi vida era mi oficio y que tenía que sobrevivir con eso”, agrega. 

“La primera vez que me reconocí como rütrafe fue cuando me independice con un taller propio y definí que mi vida era mi oficio; que tenía que sobrevivir con eso”. 

Seis años después, en 2014, obtuvo el Premio Maestro Artesano Tradicional otorgado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, en 2017 fue reconocido con el Sello de Excelencia a la Artesanía por su obra Newen Antu (ver aquí) y en 2019 recibió el Sello de Artesanía Indígena por su obra Trapapel con Llef-llef y Sikil de plata (ver aquí), pero nunca dejó de estudiar. 

“He dedicado toda mi vida a compartir con otros rütrafe más experimentados, que me han facilitado sus libros y registros personales para que yo los pueda leer y aprender de ellos. Lo mismo que yo he ido haciendo con mis alumnos”, dice refiriéndose a los cientos de aprendices que han pasado por su aula, tanto en la Universidad Católica como en los talleres que imparte de manera independiente, que ha realizado en varias ocasiones en el espacio de Fundación Artesanías de Chile ubicado en el Centro Cultural La Moneda, como se ve en las fotografías. 

Es en el ejercicio de enseñar a otros, asegura, donde paradójicamente reside su mayor aprendizaje. “Gracias a esa instancia de compartirse en el aprendizaje hoy entiendo un montón de cosas que no sabía de primeras. Cosas que uno comprende cuando ya viene de vuelta, como la importancia de dejar este legado, primero, en la comunidad, y luego en todos quienes sin pertenecer al pueblo Mapuche conciben la platería como un saber ancestral que debe ser preservado”, reflexiona. 

“Fue en el ejercicio de enseñar a otros donde aprendí la importancia de dejar este legado, primero, en la comunidad”. 

Pese a todos los años que lleva enseñando y ejerciendo el oficio, lo que lo ha llevado a exponer sus piezas en espacios internacionales como la Feria International Folk Art Market (Estados Unidos, 2015), la Feria Internacional de Milán (Italia, 2016) y la Bienal de París (Francia, 2017), asegura que no se considera ni se reconoce como un profesor. 

¿Cómo se define a sí mismo Marco Pailamilla? 
Pasa que la vida a mí me ha hecho dedicarme a las labores propias de un profesor; como hago clases me dicen profesor, pero yo no tengo realmente un título. Como lo que me ha enseñado es la vida, yo me siento más un maestro; un rütrafe con conocimiento para enseñar de qué está hecho el pueblo Mapuche y, bajo esa lógica, quiénes son rütrafe y quiénes no lo son. La parte más linda de todo esto es cuando voy a una exposición o a una feria y veo nombres conocidos; mujeres y hombres que a partir de ese virtuoso intercambio de conocimientos se han convertido en plateras y plateros. Algún día yo no voy a estar, pero mi nombre quedará grabado en alguna parte, así como yo nombro hasta hoy a mi mentor. Aunque él ya no está aquí, al recordarlo yo puedo hacer que él exista. Si eso ocurre un día conmigo, yo me doy por pagado”. 

Puedes encontrar parte de las piezas del rütrafe Marco Pailamilla aquí. 

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Color de la pieza +

  • 16 Amarillo
  • 25 Azul
  • 23 Beige
  • 153 Blanco
  • 289 Café
  • 101 Gris
  • 1 Marrón
  • 22 Morado
  • 150 Multicolor
  • 9 Naranjo
  • 66 Negro
  • 27 Plata
  • 43 Rojo
  • 18 Rosado
  • 28 Verde
  • 1 Api
  • 1 Caramelo
  • 5 Celeste
  • 1 Lila
  • 1 Narajnajo
  • 1 Turquesa

Material de la pieza +

  • 111 Cerámica
  • 35 Fibra animal
  • 11 Lana
  • 112 Madera
  • 49 Plata
  • 39 Tela
  • 1 Alpaca
  • 1 Cacho buey
  • 11 Cuero
  • 116 Fibra de alpaca
  • 119 Fibra vegetal
  • 319 Lana de oveja
  • 3 Metales
  • 3 Piedra
  • 13 Yeso
  

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