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Textilería Aymara

Aunque la inmensa extensión del pueblo Aymara traspasa las fronteras políticas, que está presente en distintos pisos ecológicos –desde alrededores del lago Titicaca al altiplano boliviano y el noroeste argentino–, en territorio chileno, principalmente en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, antiguas generaciones de artesanas y artesanos de esa cultura aún salvaguardan un conocimiento milenario en torno a la práctica textil; que principalmente proviene de la prolífica cultura Tiwanaku (500 – 1000 d.C.).  

La importancia cultural que alcanzan los textiles en los Andes precolombinos se debe a su uso como soporte de representación en los que se plasman elementos identitarios, jerarquías sociales y estados civiles; además de ser un medio de tributo y prestigio social. Primero fue la cordelería andina: lazos y sogas que los hombres Aymara aprendían a hacer desde que eran niños, con las que creaban artefactos de carácter utilitario y ritual, ligados principalmente a faenas ganaderas, agrícolas y textiles, y que hoy son cada vez más escasos.

Ahora, en cambio, la práctica textil se asocia principalmente a mujeres, quienes tejen con destreza innata la fibra que obtienen de camélidos: llamas y alpacas domesticadas que esquilan cada dos años, para luego cortar y, según la calidad del pelo, seleccionar el vellón. Una vez clasificado el pelo, lo limpian con sus manos eliminando restos como ramas y hojas para luego tejer; casi siempre en telares mecánico cuyos nombres varían según su forma y tamaño. El más pequeño, por ejemplo, es el de cintura, y se utiliza para tejer distintos tipos de fajas: una de las primeras piezas que una niña Aymara aprende a tejer, además de cintillos.

A medida que van adquiriendo experiencia y práctica, del telar de cintura las niñas pasan al telar de cuatro estacas, en el que tejen piezas tradicionales más complejas como chuspas, talegas y costales, que utilizan como contenedores. Otra pieza tradicional es la llijlla o awayo, un paño cuadrado con el que envuelven y transportan objetos de valor, que también sirve para cargar a los niños en sus espaldas, o la inkuña, un paño cuadrangular de carácter ritual en el que guardan plata, coca y otros amuletos.

Para crear cualquier pieza tradicional el proceso de tejido comienza con el hilado del pelo, utilizando una puzka: un huso liviano de unos cincuenta centímetros de largo, para luego entrelazar dos cabos hasta conseguir un hilo apretado y resistente. Ya sea en su tono natural o teñidos con anilina, la singularidad de estos tejidos radica en el telar, que al conformarse por cuatro estacas les permite tejer mientras se desplazan: cuando los animales pastan, en medio del altiplano entierran las estacas y comienzan a urdir, disponiendo de arriba abajo (de manera vertical) los hilos; para posteriormente darle cuerpo al tejido con hilos horizontales que van estructurando la trama. Todo se teje respetando la forma del telar, por eso la mayoría de sus piezas tienden a ser cuadrangulares. A medida que la artesana teje, los espacios entre un hilo y otro se van haciendo cada vez más pequeños, a tal punto de que muchas veces deben utilizar agujas para cerrar sus tejidos.

Pese a que el telar de cuatro estacas es el más tradicional, la conquista española también influyó en la práctica de este oficio, introduciendo la utilización del telar de lisos o telar de pedales; que permitieron a las artesanas realizar paños de tela de mayor longitud y tejidos más ligeros y flexibles –como bufandas, chales, ponchos y ruanas– y otros tejidos más apretados y pesados, que se elaboran solamente en savu o telares tradicionales, como las mantas que los alféreces, mayordomos y caciques solían vestir en fiestas colectivas. Mención especial merecen los vestidos que utilizan tradicionalmente las mujeres (aksu), y las kulebrillas: los  pompones coloridos que ocupan para engalanar la indumentaria tradicional o las orejas y lomos de sus animales en bailes y carnavales, como una forma de honrar su presencia y retribuirlos por la fibra que desde tiempos milenarios les proveen.

Fuente bibliográfica 
Para el desarrollo de este contenido fueron consultadas publicaciones de Memoria Chilena y el catálogo Colección Patrimonial. Textiles., elaborado por el Área de Conservación y Patrimonio de la Fundación Artesanías de Chile. 

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  • 17 Amarillo
  • 25 Azul
  • 23 Beige
  • 155 Blanco
  • 298 Café
  • 102 Gris
  • 1 Marrón
  • 22 Morado
  • 150 Multicolor
  • 9 Naranjo
  • 67 Negro
  • 28 Plata
  • 50 Rojo
  • 20 Rosado
  • 29 Verde
  • 1 Api
  • 1 Caramelo
  • 6 Celeste
  • 1 Lila
  • 1 Narajnajo
  • 1 Turquesa

Material de la pieza +

  • 111 Cerámica
  • 35 Fibra animal
  • 11 Lana
  • 114 Madera
  • 51 Plata
  • 39 Tela
  • 1 Alpaca
  • 1 Cacho buey
  • 11 Cuero
  • 116 Fibra de alpaca
  • 120 Fibra vegetal
  • 320 Lana de oveja
  • 3 Metales
  • 3 Piedra
  • 13 Yeso
  

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