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Revista Digital

VIVE LA ARTESANÍA

Sandra San Martín — Oír con las manos la cerámica ancestral

Cada vez que la artesana Sandra San Martín Cáceres se encuentra frente a una vasija o jarrón de cerámica tradicional mapuche, la abraza. Con la pieza entre sus manos se pregunta por las personas que le dieron vida: ¿habrán sentido el amor o la pena como ella la siente hoy? “Mi acercamiento a la materia prima fue desde ahí, muy afectivo, porque yo veía a mis padres crear las obras, pero también veía que había un lenguaje, figuras y formas que hablan, que cuentan la historia de quienes habitaron cientos de años atrás”, reflexiona.

Por Antonia Cordero Rodríguez.
Fotografía: Lydia González Hernández, Hisashi Tanida Becerra y Juan Queirolo Fuentes.

En la localidad de Gorbea, ubicada a 45 kilómetros de la ciudad de Temuco, la artesana Sandra San Martín Cáceres creció entre ceramios, como les dice ella. Reproducciones arqueológicas de vasijas, jarras y pipas ancestrales mapuche que su padre, el fallecido maestro Sergio San Martín, comenzó a estudiar con precisión en 1970, después de trabajar buena parte de su vida en la editorial Zig-Zag, donde fue dirigente sindical por 25 años. Para que una cosa llevara a la otra, cuenta Sandra, tuvo que pasar mucha agua debajo del puente. Durante el gobierno de Salvador Allende la empresa se estatizó y se transformó en Quimantú, la editorial que hacía los libros más baratos del mundo hasta que el golpe militar puso fin a la empresa y cambio el destino de los San Martín. Fue unos años después, cuando llegaron a la localidad de Gorbea, en la Región de La Araucanía, que Sergio pudo conectar con un quehacer que había explorado tímidamente en su juventud: la greda

Buscó en museos y vestigios arqueológicos piezas ancestrales, catastró más de cien cerámicas de fina factura que alguna vez desarrolló el complejo cultural Pitrén -comunidades que habitaron la zona Centro-Sur de Chile previo a la formación del pueblo Mapuche, que daban vida a piezas caracterizadas por formas antropomorfas y anfibioformas- y se enseñó a sí mismo lo que otros habían aprendido siglos antes en esas mismas tierras, hasta transformarse en un referente de las reproducciones arqueológicas. Las mismas que su hija Sandra realiza hoy, continuando con su legado y devolviéndole al territorio un conocimiento que estaba perdido; siguiendo, como dice ella, con la cuerda de la greda.

Estuviste acompañada de la cerámica desde chica, ¿qué te llamaba especialmente la atención?
Yo crecí en medio de pelotas de barro y vasijas. Visitábamos mucho el Museo Regional de la Araucanía porque yo estudiaba en Temuco, primero estudié dos años de Historia y Geografía en la Universidad de la Frontera, motivada por mi viejo, y después me cambié a Diseño en la misma universidad, pero tampoco terminé. En ese tiempo yo ayudaba a mi papá a medir las piezas originales y las dibujaba. Ahí yo me deslumbré con jarras que representaban mujeres, mujeres embarazadas, el parto, pero de una manera dulce, donde un jarrito nace y es parido por otro jarro. Hay toda una comunicación social muy reconocible, tanto en los ceramios como en las kitra (pipa tradicional mapuche). Mi acercamiento a la materia prima fue desde ahí, muy afectivo, porque yo veía a mis padres crear las obras, pero también veía que había un lenguaje, o sea, mi apego a la greda no es porque sea una cosa que sirva para comer, beber o fumar, que también es meritorio desde el punto de vista utilitario y técnico, sino que es porque hay un universo detrás de las formas y las figuras de la cerámica ancestral. 

¿Cuál es ese lenguaje? ¿De qué te hablan las formas de las cerámica mapuche?
Cuando yo las veo y presto atención, me doy cuenta que son botellas, pero con forma de mujer, son jarrones, pero con forma de madre criando a sus hijos. Cuando veo que son metáforas -porque mezclan lo antropomorfo, zoomorfo, ornitomorfo-, me impresiona la sabiduría, porque la cultura mapuche, o los pueblos ancestrales del sur de Chile hasta Chiloé, no escribían, entonces ¿cómo se comunicaban? A través del tejido, de la orfebrería y de la cerámica. Y en este caso esa cerámica estaba en mis manos. Eso para mí fue un despertar. La cerámica ancestral prehispánica de esta zona es la loza que usaba la gente que habitaba aquí antes de la conquista. ¿Y de qué nos habla? De socialización. Aquí había una cultura desarrollada, pero con tiempo para vivir: con mingas, con rituales maravillosos de vida como el ngillatun, con vasos kintawe y kitra de varias boquillas para compartir. Había una vida pujante que hablaba de armonía cultural. Eso es lindo.

¿Qué crees que has aportado tú a la reproducción arqueológica de la cerámica mapuche?
La cultura mapuche es una cultura viva y lo que nosotros hicimos, y yo hago todavía, es poner arriba de la mesa una reproducción que no daña el patrimonio cultural, porque esas piezas originales deben ser preservadas, para que de aquí a 500 años aún existan bellas jarras pintadas, que yo cuando las he reproducido tengo que contener el aire para lograr la misma precisión. Además, yo he trabajado para devolver la cuerda de greda en muchas partes en La Araucanía y formar a muchas hacedoras. De hecho, hace poco llegó a la casa un investigador universitario de España: “busco a la señora Sandra, porque en muchos lugares de La Araucanía me han dicho que ella les enseñó cerámica mapuche”. Yo me puse a llorar. Nosotros nunca hemos querido tener algo en las manos para nosotros, no, siempre ha sido un rescate, es tomar la hebra de barro e ir desenrollando la pelota para pasársela a otros.

Dentro de tu trabajo hay varias kitra (pipa tradicional mapuche) ¿qué lenguaje habita en una kitra que captó tu atención?
Primero le llamaron la atención a mi papá, que era muy fumador. Él se dio cuenta que la pipa tenía el mismo lenguaje que las botellas, vasijas y jarrones, que estaba diciendo: ¡hey, aquí estamos! Esto es lo que somos, lo que sentimos. Eso también está reflejado en las kitra, no es solo un pitillo. O sea, la mujer en botella, la mujer en pipa, el sexo masculino en jarro y el sexo masculino en pipa. Además, el humo es purificación, el humo es mensajero y dentro del hacer mapuche la machi todavía usa el humo para limpiar en el machitun, cuando hace sanaciones. Es un uso sagrado, de comunión. Se fumaba el boldo, el maqui, el canelo y las hojas de la papa con fines ceremoniales, para unir, para sanar, para despedir.

¿Qué te gustaría que le pasara a alguien que tome una de tus kitra o reproducciones en sus manos?
Lo ideal para mí sería que sintiera. Que el objeto le permitiera hacer un flashback para llegar al pasado y sentir el corazón, la emoción del ser humano que vivió, sufrió y amó igual que nosotros. Esta cultura está viva, pero sería lindo que quien comprara una de estas piezas pudiera darse cuenta de que aquí había una cultura funcional y maravillosa, y que cuando se lleve esa pieza no se lleve una cosa que le venga en el color a sus muebles, si no que se lleve una obra de arte del pasado. Que la atesore, que la admire, que la regaloneen, como cuando yo saco de una caja en el museo una jarra antropomorfa y la abrazo, sintiendo el amor del artista que creó esa obra. 

¿Qué te ocurre con el sentido de pertenencia?, ¿te consideras Mapuche?
Absolutamente. Y me ha pasado que me han dicho: bueno, ¿dónde está su apellido? Bueno, eso significa que hay que hablar, que hay que conversar y que hay que sentir. Esa es la palabra.

*Encuentra las piezas de Sandra San Martín en nuestras tiendas físicas del Museo Precolombino, Los Dominicos, Moneda y Puerto Varas (ver ubicación y horarios aquí). Si te interesa adquirir una kitra, puedes encontrarlas también disponibles en nuestra tienda online

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Tipo de producto +

Color de la pieza +

  • 16 Amarillo
  • 25 Azul
  • 23 Beige
  • 153 Blanco
  • 289 Café
  • 101 Gris
  • 1 Marrón
  • 22 Morado
  • 150 Multicolor
  • 9 Naranjo
  • 66 Negro
  • 27 Plata
  • 43 Rojo
  • 18 Rosado
  • 28 Verde
  • 1 Api
  • 1 Caramelo
  • 5 Celeste
  • 1 Lila
  • 1 Narajnajo
  • 1 Turquesa

Material de la pieza +

  • 111 Cerámica
  • 35 Fibra animal
  • 11 Lana
  • 112 Madera
  • 49 Plata
  • 39 Tela
  • 1 Alpaca
  • 1 Cacho buey
  • 11 Cuero
  • 116 Fibra de alpaca
  • 119 Fibra vegetal
  • 319 Lana de oveja
  • 3 Metales
  • 3 Piedra
  • 13 Yeso
  

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