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Revista Digital

VIVE LA ARTESANÍA

Pilar Guzmán: 14 años cerca de la artesanía y su cultores

Por estos días Artesanías de Chile cumple 20 años, dos décadas en las cuales la fundación ha logrado tejer un lazo con más de dos mil 500 artesanos de norte a sur. Eso ha sido posible en gran medida porque, junto con el equipo que trabaja en Santiago, hay otro enorme grupo humano que lo hace en regiones. Una de ellas es Pilar Guzmán, encargada de la sede de Temuco de la fundación, quien en esta entrevista repasa su historia y cuenta cómo conocer a los cultores y sus vidas ha determinado también la suya.

Temuquense “de tomo y lomo”, como dice ella, Pilar Guzmán, encargada hace catorce años del Centro de Acopio de Artesanías de Chile ubicada en la capital de la Región de La Araucanía, se declara “fan del sur y del campo”. Nacida en Temuco y casada desde hace 25 años con Patricio Curiqueo, de familia mapuche, una tarde de julio, mientras repasa su historia, asegura que esos dos factores le permitieron comprender tempranamente las costumbres de su pueblo y criar a sus dos hijas rodeadas de costumbres propias de esta cosmovisión. Pero lo que no sabía en su momento, reconoce, es que al llegar a trabajar a Artesanías de Chile esa inmersión sería más profunda y definiría buena parte de su modo de mirar la vida: “Antes no me vinculaba con la artesanía, sabía un poco, pero con mi trabajo en la fundación me hice más sensible a admirar y valorar lo hecho a mano y a las personas que lo hacen”.

Su relación con la fundación partió en 2008 cuando la contactaron desde la oficina central ubicada en Santiago para coordinar el vínculo con algunos comités de tejedoras mapuche, como se conoce a las familias de textileras que se agrupan en determinados territorios de la zona. Era una trabajo delicado y clave, considerando que 11% de las artesanas y artesanos que forman parte de la red de la fundación vive en la zona. “Primero trabajaba solo un fin de semana al mes”, recuerda. Al poco tiempo, desde Santiago le pidieron buscar una casa para instalar la que sería una nueva sede de Artesanías de Chile en Temuco. Fue como un efecto dominó: tras encontrar una casa propiedad de Bienes Nacionales ubicada en Avenida Alemania, Pilar se convirtió en encargada del Centro de Acopio Zona Sur.

Hoy coordina un equipo que conforman cuatro mujeres: Macarena Gutiérrez, Teresa Valenzuela, Catalina Vega y ella, quienes se encargan de las compras, lo que muchas veces conlleva pasar días completos arriba de una camioneta recorriendo recónditos lugares hasta llegar a zonas rurales apartadas donde viven artesanas y artesanos. “A pesar de que muchas veces puede ser cansador, porque implica levantarte a las 6:00 de la mañana, llegar a las 11:00 de la noche a tu casa y haber manejado dos días, me gusta mucho salir a terreno y conocer a los artesanos y sus territorios. Se les nota lo felices que están porque tú estés allá y eso me encanta”.

Además, se encargan del control de calidad -ver que las piezas estén bien terminadas, sin fallas- y de la logística en la distribución de piezas a las tiendas de la fundación ubicadas en Pucón y Puerto Varas, y a la bodega principal en Santiago. En estos 14 años, dice, “he creado fuertes lazos con la gente, con mis colegas y también con los artesanos, y esa es una de las cosas que más valoro”.

¿Cómo fue tu primer año como encargada de la sede de Temuco?

En un inicio el equipo de trabajo era yo conmigo misma, pero en ese tiempo había solo una tienda en el sur que era la de Temuco. En paralelo se abrieron dos tiendas más: Valdivia y Punta Arenas. Unos años después cerraron y también lo hizo la de Temuco, porque como hay muchos artesanos en los alrededores, no funcionaba tan bien tener un espacio comercial si la gente prefería comprarle mejor directamente a los artesanos. Ahí yo heredé, por decirlo así, a dos vendedoras de esa tienda, lo que fue un gran apoyo porque, sumado a todo lo administrativo que veíamos, esos seis o siete comités de mujeres tejedoras mapuche de los que yo estaba a cargo se fueron agregando otras artesanas tejedoras.

¿Cómo era la fundación en ese entonces?

Cada vez crecía más. Empezaron a surgir muchos proyectos. Al menos en el sur desde 2010 empezamos a contactarnos con más artesanos. Desde el área comercial en un principio les comprábamos en terreno y luego empezamos a ampliar nuestra red y tuvimos que cambiar el proceso de compra a que ellos enviaran sus artesanías hacia la sede porque no dábamos abasto. Así fuimos conociendo más comunidades y se fue ampliando la red.

¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes de estos catorce años en Artesanías de Chile?

Son hartos buenos recuerdos, hartas alegrías, pero hay un recuerdo que me marcó mucho que tiene que ver con la tramitación de la pensión de gracia a una señora mayor que se le había muerto su hija. Estaba en una situación de pobreza absoluta. Primero la ingresamos como artesana a la red de la fundación, luego le tramitamos su pensión de gracia y le aseguramos compras permanentes. No te imaginas la alegría de ella, lloraba y lloraba, y bueno después nos pusimos a llorar todas juntas ahí en su casa porque era tanta la alegría que ella tenía, y yo solo había hecho una parte importante, pero que correspondía. Creo que esa ha sido una de mis más grandes alegrías en estos años.

¿Cómo ha cambiado tu relación con la artesanía desde que trabajas en la fundación?

Sentirme cerca de la gente, conocer los procesos y valorarlos es lo que me ha acercado más a la artesanía. Conocer otras culturas. Yo conozco bastante bien la cultura mapuche, pero también aprender de que hay otras culturas y otros oficios que antes desconocía, que se rescaten y ser parte de esa tarea creo que marca, la hace sensible y la hace apreciar detalles. Por ejemplo, el tallado en madera de la comunidad de artesanos de Liquiñe es de los oficios que más me ha sorprendido y que antes yo no conocía todo lo que conllevaba el oficio. Esa capacidad de utilizar todo y convertirlo: un palito que sobró puede ser una cuchara o un cuchillo, así como un pedacito de corazón solidario, son todos pedazos que antes se iban como leña a una estufa y que se volvió una pieza valorada por los demás.

Durante los años que llevas en la fundación, ¿en qué crees que ha aportado Artesanías de Chile?  

La fundación ha hecho un tremendo aporte con respecto a posicionar la artesanía en el lugar que se merece, no solamente como una pieza, sino como parte de la cultura. Artesanías de Chile no vende una manta, transmite cultura, transmite información, transmite valoración. Ha aportado, además, en que la gente aprecie esas piezas que son únicas y que detrás de ellas tienen muchas lecturas: en ellas hay testimonio, hay vida, hay historia. Yo valoro mucho también el respeto que la fundación tiene a las artesanas y artesanos, el sentirse cuidadas y respaldadas, eso es impagable. Por último, valoro mucho los lazos y las amistades que he formado, tanto con mis colegas como con las artesanas y artesanos. Me preocupan las zonas aisladas, me gustaría poder aportar más y siempre estaré disponible para hacerlo. Me encanta lo que hago, soy feliz en mi trabajo y me siento una persona agradecida de la vida.

 

 

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  • 16 Amarillo
  • 25 Azul
  • 23 Beige
  • 153 Blanco
  • 289 Café
  • 101 Gris
  • 1 Marrón
  • 22 Morado
  • 150 Multicolor
  • 9 Naranjo
  • 66 Negro
  • 27 Plata
  • 43 Rojo
  • 18 Rosado
  • 28 Verde
  • 1 Api
  • 1 Caramelo
  • 5 Celeste
  • 1 Lila
  • 1 Narajnajo
  • 1 Turquesa

Material de la pieza +

  • 111 Cerámica
  • 35 Fibra animal
  • 11 Lana
  • 112 Madera
  • 49 Plata
  • 39 Tela
  • 1 Alpaca
  • 1 Cacho buey
  • 11 Cuero
  • 116 Fibra de alpaca
  • 119 Fibra vegetal
  • 319 Lana de oveja
  • 3 Metales
  • 3 Piedra
  • 13 Yeso
  

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