Aurora, Mirta y Sunilda tienen una historia en común. Las tres aprendieron muy pequeñas a pastorear y esquilar llamas y alpacas, hilar y limpiar su lana, y manejar con destreza el oficio textil aymara. Sin embargo, este oficio no era suficiente para sustentar sus hogares. En busca de oportunidades de trabajo, migraron a la ciudad, embarcándose en un viaje lleno de amenazas, discriminación e incertidumbre. Todas vivieron una larga odisea que terminó en el mismo lugar: de vuelta a sus orígenes, reencontrándose años después con su verdadera pasión, la artesanía tradicional de su pueblo.
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