Despacho gratis en RM urbano por compras sobre $20.000

Menu
0 item Basket: $0
No hay productos en el carrito.

Revista Digital

VIVE LA ARTESANÍA

Jorge Monares: “La artesanía es como una pintura; aunque la repitas nunca será igual”

Las piezas forjadas en cobre del artesano Jorge Monares son únicas. Con una técnica que tardó doce años en descifrar, levanta jarros, ollas y vasijas dignas de cualquier museo. Piezas que pueden demorar hasta dos meses en estar listas, pero que muy pocos, dice él, están dispuestos a comprar por el precio justo.

Por Antonia Cordero Rodríguez. 
Fotografía y realización: Hisashi Tanida Becerra.

Los arqueólogos lo tienen claro: para los griegos no existía la diferencia entre arte y artesanía. De hecho, solo una palabra se usaba para ambas; ars. La separación se empezó a marcar a inicios del siglo XX, cuando el arte se asoció a lo bello y la artesanía a lo útil. Al mirar las piezas forjadas en cobre por el artesano Jorge Monares, es fácil entender por qué, en los más de 150 años de la Época Clásica, los griegos no necesitaron más de una palabra. 

Cuando era niño, mientras veía a su papá trabajar el cobre, Jorge soñaba con ser pintor de afiches de películas. La vida, sin embargo, tenía otros planes para él. A los 19 años, recién casado y con un hijo en camino, entró a trabajar al taller de su padre. “Yo tenía ideas más frescas que él y era mejor para el dibujo. Empecé a diseñar búhos, palomas y dejamos los platos cincelados, que era lo que hacía mi papá”, cuenta de esos primeros años. Durante diez años hizo esas figuras, hasta que las ventas bajaron y tuvo que salir a buscar su propio camino. “Di mil vueltas tratando de hacer otra cosa y no hubo caso, siempre volvía a la artesanía. Nunca pude dejarla”. “Si esto es a lo que me tengo que dedicar, entonces hay que ponerle todas las ganas, ser de los mejores”, se dijo Jorge, como una suerte de presagio de su destino en la forja, técnica que demoró doce años en dominar.

En el taller que construyó en su casa, en Las Rejas con la Alameda, se encerraba todos los días desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche intentando descifrar la forja en cobre. Fue, sin éxito, a los museos a pedir prestadas piezas coloniales, a los Jesuitas a buscar algún vestigio de información y practicó incansablemente. La pieza que necesitaba para descifrar el acertijo se la entregó el destino. “Un día me encontré con una pieza original del año 1800 en un cachureo, la compré, a precio de ahora, como a tres lucas. Botada de barata. Yo necesitaba tocar una pieza forjada, porque al tocarla le ves el peso, le ves el golpe y uno la va descifrando”, explica.

¿El resultado de ese hallazgo azaroso? Su primera pieza forjada en cobre. “¡Quizás la única de este siglo!”, pensaba Jorge, cuando emocionado, y después de más de una década, logró una pieza como esas que veía en libros y museos. “Recuperé una técnica que se había perdido. Yo estaba convencido de eso. Pero después, en un viaje con la fundación a México, vi una olla grande forjada en cobre. Se me cayeron las lágrimas”, recuerda el artesano y agrega: “Me di cuenta que la técnica que usaban era totalmente distinta a la que uso yo. Había inventado algo único, pero el resultado era el mismo”. 

Al igual que Leonardo Da Vinci, uno de los grandes maestros del Renacimiento y uno de sus máximos referentes, Jorge bocetea y toma nota de cada parte del proceso creativo detrás de una pieza forjada. Pero aunque las siga al pie de la letra, el resultado siempre es diferente. “Son como una pintura, por más que quieras repetirlas no te van a salir igual”, asegura. 

El desafío que vino, cuenta, fue ponerle un precio a sus piezas. “En la capacitación con Artesanías de Chile nos explicaron cómo se calculaba el valor de nuestro trabajo. El tema es que ahí te das cuenta que estás regalando la pega, vendiendo a un valor absolutamente bajo el costo”, explica.

“¿Le puso el valor de arriendo de su taller? ¿De la luz y el agua? ¿De locomoción y traslado?”, le preguntaron a Jorge en la capacitación. Pero si Jorge les agregara ese valor a sus piezas, asegura, no podría venderlas. “Yo me puedo demorar un par de meses en algunas piezas, pero no puedo cobrar esa plata. Haciendo búhos sacaba más que haciendo piezas forjadas, pero cuando tú dices el precio te responden: ‘¿Y es de oro? El cobre está caro, pero no para tanto’”. 

Por eso, ha tenido que ajustarse: “La verdad es que el asunto de los costos es un tema para los artesanos. La única manera de entrar en el mercado con un buen precio es creando un producto que puedas hacer por más cantidades. Por eso, mi taller yo lo divido en dos partes: lo más comercial, como angelitos de cobre, en los que sí aplicó el cálculo como nos enseñaron en la fundación, y la forja, con la que hago productos que exhibo u ofrezco a determinados clientes”, explica.

Jorge sueña con enseñar su técnica a otros artesanos para revivir la forja de cobre en Chile, con un proceso que, por ahora, no existe en ningún otro lugar del mundo más que en su taller en Estación Central.

*Esta entrevista fue publicada originalmente en el libro ProArtesano 2021. Semillas de cambio, cuya investigación, textos y edición fue realizada íntegramente por Artesanías de Chile. 

No hay productos en el carrito.

Tipo de producto +

Color de la pieza +

  • 16 Amarillo
  • 25 Azul
  • 23 Beige
  • 153 Blanco
  • 289 Café
  • 101 Gris
  • 1 Marrón
  • 22 Morado
  • 150 Multicolor
  • 9 Naranjo
  • 66 Negro
  • 27 Plata
  • 43 Rojo
  • 18 Rosado
  • 28 Verde
  • 1 Api
  • 1 Caramelo
  • 5 Celeste
  • 1 Lila
  • 1 Narajnajo
  • 1 Turquesa

Material de la pieza +

  • 111 Cerámica
  • 35 Fibra animal
  • 11 Lana
  • 112 Madera
  • 49 Plata
  • 39 Tela
  • 1 Alpaca
  • 1 Cacho buey
  • 11 Cuero
  • 116 Fibra de alpaca
  • 119 Fibra vegetal
  • 319 Lana de oveja
  • 3 Metales
  • 3 Piedra
  • 13 Yeso
  

Inicio
Shop
0 Carrito