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Revista Digital

VIVE LA ARTESANÍA

El imaginario popular andino de Silvio Vildósola

La primera vez que Silvio Vildósola constató las infinitas posibilidades que ofrecen las materialidades tenía manos de niño. Fue a partir de ese impulso -tan propio de la infancia- de explorar y crear libremente, donde su oficio se hizo camino: pequeñas figuras de madera que talla y pinta a mano, inspirado en los colores y símbolos del universo popular andino. “Para mí el Arte Popular representa la ternura del colectivo chileno, porque de alguna manera se encarga de expresar la alegría de un grupo humano que estaba muy marginado”, reflexiona.

Por Antonia Cordero Rodríguez.
Fotografía: Lydia González Hernández. 
Realizador: Hisashi Tanida Becerra. 

Sus raíces están en el norte, en Iquique. Fue en esas tierras ubicadas a más de 1.800 kilómetros de Santiago, a las que llegaron cientos de migrantes en la época del salitre a trabajar el “oro blanco”, donde creció su papá. Hoy, más de medio siglo después, Silvio encuentra inspiración en los colores, símbolos y tradiciones del norte de Chile para crear figuras de madera que representan parte del patrimonio nacional desde una mirada lúdica, redescubriendo en ellas sus orígenes y el significado de ser chilenas y chilenos; andinos y americanos.

Su exploración comenzó antes de cumplir los 10 años, en el mismo taller donde su papá creaba letreros luminosos usando plástico; esos que se veían a mediados de los sesenta sobre la fachada de cines y sombrererías . Fascinado con las herramientas y las infinitas posibilidades que ofrecía el material, cuando nadie lo veía se inmiscuía allí para hacer de las suyas: juntando restos de materiales cortaba, lijaba y pegaba, asombrándose al descubrir ese desconocido lugar que se le proponía cuando recorría intuitivamente el material con sus manos de niño. Sus primeras piezas las hizo a los ocho años. Desde entonces, asegura, esas ganas de probar y crear libremente lo han acompañado. 

“Creo que venía con los dados cargados. Como había visto toda mi vida a mi papá crear, pintar e inventar, si veía una cometa, por ejemplo, de inmediato yo decía: quiero hacer eso. Así era mi relación con los materiales, buscando siempre comprender su naturaleza y sus potencialidades”, reflexiona. 

¿Cómo se va construyendo desde ahí el universo de Silvio Vildósola?
Yo fui el primer miembro de mi familia en entrar a la universidad. Estudié Diseño en los años ochenta, en una época donde el mito era que si estudiabas una carrera artística te ibas a morir de hambre. Por eso elegí Diseño, porque de algún modo lo comprendía como una transición entre el arte y la arquitectura. En ese tiempo estaban súper vivos los lineamientos de la Bauhaus, escuela que nació en Alemania que, entre otras cosas, proponía regresar al trabajo manual; ese que reside entre la figura del artista y la del artesano. Esa herencia me tocó recibir a mí, un recolectano de raíces nortinas -dice riendo-. Desde entonces esa creencia de que el diseño, el arte y la artesanía son parte de lo mismo se quedó muy latente conmigo.  

¿Qué rol ha cumplido la curiosidad de ese niño en tu posterior proceso creativo? 
Esa incertidumbre que existe al momento de crear una pieza, esa interrogante de qué va a salir, diría que es algo que me define. En ese sentido, yo ahí me entiendo a mí mismo como un instrumento; un medio, un canal, un intérprete. Cada vez que creo una pieza me pongo al servicio de eso que necesita expresarse.

¿Cómo fuiste poniendo en práctica y haciendo dialogar ese aspecto artístico con tu profesión? 
Cuando empecé a hacer las prácticas profesionales y a trabajar fue como una patada en la guata. La productividad y la eficiencia eran los reyes. Todo tenía que ser pensado para la venta y no había espacio para explorar. Fue una etapa dura, de preguntarme cómo sobrevivo emocionalmente a un escenario que estaba completamente establecido. Incursionando en uno y otro lado, poco a poco me fui aproximando a un área más conceptual del diseño. Fue trabajando en publicidad donde volví a asombrarme con todo el proceso que hay detrás de una pieza terminada. Donde pude redescubrir mi conexión con el arte.

De todas las dimensiones que componen lo que comprendemos como arte, tú te inclinaste por el Arte Popular, ¿por qué? 
Yo siento que el Arte Popular representa la ternura del colectivo chileno, porque de alguna manera se encarga de expresar la alegría de un grupo humano que estaba muy marginado. A partir de eso y de mi propia historia me fui metiendo en las expresiones andinas, donde el uso del color es alucinante. Ahí terminó por culminar mi amor por el color, en  festividades religiosas como La Tirana, donde aprendí a apreciar la potencia gráfica de los símbolos que me fueron llevando a hacer lo propio, que hoy se materializa en Wonder Full Chile: Wonder Full, con dos ele y separado, aclara, pues no hay intención de traducir, sino de enfatizar en los conceptos: wonder de admiración, full de lleno de ella.  

¿Cómo fuiste aterrizando ese interés por el color y los símbolos a las piezas que conforman este proyecto? 
Por un lado estaban los materiales con los que había experimentado. Siempre me gustó la madera por la sensación que me provocaba: es un material resistente, pero a la vez, si tu la presionas, cede. Y por otro lado estaban las muñecas Kokeshi, que fueron el ancla de este proyecto; unas muñecas de madera de origen japonés que reflejan una herencia de más de doscientos años de tradición. Para los japoneses esta colección de objetos es un símbolo de su cultura, la expresión emocional de un colectivo y, para mí, eso fue un punto de partida. En Chile tenemos maderas preciosas, pensé, una tradición precolombina que siempre ha estado viva. ¿Qué puedo hacer con eso?, me pregunté, y el año 2015 surgió una primera figura: un diablito de La Tirana que, mágicamente, respondía a esa sensación primaria. Ese cruce entre diseño, ejecución manual y Arte Popular, que de algún modo fue estableciendo poco a poco un concepto, en el que el diseño juega un rol importante habilitando de forma constructiva un lenguaje expresivo, un objeto artístico. En fin, una obra.  

Por definición, una obra interpela a todo aquel que se expone a ella. ¿De qué forma te gustaría que eso ocurriera con tus piezas? 
La potencia que tiene la cultura andina es que tiene la capacidad de asimilar todas las culturas que llegaron a esta parte del mundo, transformarlas y representarlas en una expresión propia. Mi proyecto tiene el anhelo de mostrar lo bello que es ese crisol que se formó. Me siento muy feliz cuando veo que a las personas se les dibuja una sonrisa cuando están frente a mi trabajo. Siento que mis piezas transmiten felicidad a través de la belleza, pero también mediante un reconocimiento explícito a lo que ha sido el Arte Popular en Chile. A diferencia de lo que se comprende universalmente como artesanía, que tiene que ver con un oficio heredado de generación en generación, en mis piezas trato de reflejar lo que implican las múltiples dimensiones que propone un territorio. Cuando alguien vea una pieza mía, yo quiero que digan: eso es patrimonio chileno.

*Encuentra las piezas de Silvio Vildósola (@wonderfullchile) en las tiendas físicas de Artesanías de Chile. 

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Color de la pieza +

  • 16 Amarillo
  • 25 Azul
  • 23 Beige
  • 153 Blanco
  • 289 Café
  • 101 Gris
  • 1 Marrón
  • 22 Morado
  • 150 Multicolor
  • 9 Naranjo
  • 66 Negro
  • 27 Plata
  • 43 Rojo
  • 18 Rosado
  • 28 Verde
  • 1 Api
  • 1 Caramelo
  • 5 Celeste
  • 1 Lila
  • 1 Narajnajo
  • 1 Turquesa

Material de la pieza +

  • 111 Cerámica
  • 35 Fibra animal
  • 11 Lana
  • 112 Madera
  • 49 Plata
  • 39 Tela
  • 1 Alpaca
  • 1 Cacho buey
  • 11 Cuero
  • 116 Fibra de alpaca
  • 119 Fibra vegetal
  • 319 Lana de oveja
  • 3 Metales
  • 3 Piedra
  • 13 Yeso
  

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