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Revista Digital

VIVE LA ARTESANÍA

Carolina Grof: “Veo este oficio como algo vivo que tengo que criar”

Carolina Grof explora cada una de las vetas de la cerámica en un intento constante por aprender de esta materia prima. Sus manos pueden transformar la tierra –mezclada con agua, óxidos y minerales–, en piezas que cuentan su fascinación por las infinitas posibilidades del material y las interminables líneas de investigación que este permite.

Por Antonia Cordero Rodríguez. 
Fotografía: Lydia González Hernández. 
Realizador: Hisashi Tanida Becerra. 

Su primer encuentro con la cerámica fue a los ocho años, cuando su mamá le pasaba paquetes de arcilla y le pedía que hiciera regalos para la familia. Más tarde, como estudiante de Artes Visuales en la Universidad Finis Terrae, experimentó con las pastas, esmaltes, engobes y procesos de quema. No tenía claro por qué, pero la cerámica la llamaba. Armó su primer taller en 2008 y entonces supo que este era su mundo, pero al poco andar se dio cuenta que le faltaba dominar ciertos fundamentos técnicos para trabajar la cerámica como materia prima en la profundidad que ella quería.

Se fue a España y allá encontró los saberes del oficio que hoy trabaja con una inspiración local. Aprendió sobre investigación, esmaltes, cocciones, distintas técnicas y volúmenes, y en 2014 volvió a Chile, a su querida cuenca del Río Maipo, donde en los últimos años se ha dedicado a investigar desde una perspectiva histórica, descubriendo en el terreno insumos para desarrollar la cerámica contemporánea con materias primas ancestrales.

¿Cuándo empezaste a trabajar con la cerámica?
Cuando entré a la universidad empecé a trabajar con arcilla. Yo no tenía muy claro que era mi material, pero trabajé casi toda la carrera con ella. Hacía volúmenes y experimentaba en los aspectos plásticos. Por ejemplo, me llamaba mucho la atención el registro de la huella al moldear la pasta y pasaba horas y horas pegada. Cuando salí decidí hacer mi proyecto de título con la idea del contenedor, basándome un poco en los contenedores latinoamericanos, específicamente diaguita. De alguna manera estaba tratando de buscar, de perseguir, de responder a la pregunta: ¿cuál es el origen de esto?

Montas tu primer taller en 2008, recién egresada de Artes Visuales, ¿cómo fue esa experiencia?
Trabajé muchos años con cerámica y no sabía que el material me tenía seducida. Cuando monté mi primer taller estaba probando. Tuve que comprar los hornos y apenas me puse a trabajar, de ahí en adelante, no lo dudé. No salí nunca más del taller, estaba enamorada, de lunes a domingo, todos los días, me despertaba a las ocho y estaba hasta las diez o doce de la noche sumergida ahí.

Me di cuenta que uno de los aspectos que más me interesaba era poder armarlo todo: mi pasta, mis esmaltes, así que empecé de manera muy casera, tratando de entender la cerámica desde ahí. Me juntaba con la poca gente que sabía de cerámica en ese tiempo a conversar aspectos técnicos, pero inmediatamente uno quedaba súper corto.

Me fui curtiendo como artesana desde esas dos líneas: saber hacer un oficio y manejarlo, y la propuesta creativa que se levanta desde ese saber, desde ese oficio.

¿Por eso decides viajar a estudiar a España?
Fue como urgente. Me fui corriendo porque necesitaba avanzar. Salí de la universidad el 2008 y el 2009 me fui a España a aprender cerámica, porque como mi línea viene desde las Bellas Artes, dentro de mis intereses estaba entender muy bien el aspecto técnico.

Encontré dos escuelas que tenían cerca de 100 años y dije: si cumplen un siglo habrá algo que me puedan enseñar. Así llegué a la Escuela de Cerámica de la Moncloa, que es una escuela del estilo de la Bauhaus, con una orientación más artística, y la Escuela de Artes de Francisco Alcántara, reconocida por el Ministerio de Educación, que era más estructurada, con ramos como historia del arte, diseño en computación, muchas cosas que encuentro que son fundamentales hoy en día. Me inscribí en las dos. Me fui curtiendo como artesana desde esas dos líneas: saber hacer un oficio y manejarlo, y la propuesta creativa que se levanta desde ese saber, desde ese oficio.

Veo este oficio como algo vivo que tiene que ver con una noción de maternidad, o sea, lo tengo que criar, o si no no crece.

¿Qué es la artesanía para ti, viniendo del mundo de las Bellas Artes y después de tu paso por Europa?
Entiendo la artesanía desde el hacer o el saber hacer. En la cerámica yo me siento súper identificada con eso. A mí me interesa muchísimo manejar el oficio y hacerlo todo: produzco mis hornos, mis pastas, mis esmaltes. Me fui reconociendo como artesana y veo este oficio como algo vivo, que tiene que ver con una noción de maternidad. O sea, lo tengo que criar, si no, no crece. Mi trabajo habla mucho de conocer mi entorno. Mi entorno me modela, me crea. Yo nací, me he formado y vivo en la ciudad, en la urbe, y eso tiene que estar implicado y tiene que tener una reflexión en mi trabajo.

La investigación es una parte importante de tu trabajo, ¿en qué se encuentra eso hoy?
Por una parte está la reflexión en torno a los colores, texturas y formas que hay en las ferias libres. La madre es alimento, la comida se vincula con ese origen, que tiene que ver con el contenedor y, por lo tanto, con la cerámica. Es una relación muy natural que me enloqueció porque me hace mucha lógica, así que en un momento empecé a hacer muchas piezas relacionadas a eso. Esa línea tiene muchas etapas, desde el 2016 hasta ahora, con distintos procesos de análisis.

Además, con historiadoras, restauradoras, ceramistas y artistas, estamos investigando las arcillas de la cuenca del Maipo para hacer una propuesta creativa. Buscamos arcillas que estén en la cordillera de Los Andes, en la depresión intermedia, en la cordillera de la Costa y en la costa, y empezamos a hacer propuestas de pasta de alta temperatura para cerámica, tratando de ver qué características rescatar de la geología de cada uno de estos sitios. Además, estamos desarrollando esmaltes, tratando de crear insumos cerámicos para cerámica contemporánea con una pertinencia territorial.

*Encuentra parte de las piezas de Carolina Grof en las tiendas de Artesanías de Chile. 

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  • 16 Amarillo
  • 25 Azul
  • 23 Beige
  • 153 Blanco
  • 289 Café
  • 101 Gris
  • 1 Marrón
  • 22 Morado
  • 150 Multicolor
  • 9 Naranjo
  • 66 Negro
  • 27 Plata
  • 43 Rojo
  • 18 Rosado
  • 28 Verde
  • 1 Api
  • 1 Caramelo
  • 5 Celeste
  • 1 Lila
  • 1 Narajnajo
  • 1 Turquesa

Material de la pieza +

  • 111 Cerámica
  • 35 Fibra animal
  • 11 Lana
  • 112 Madera
  • 49 Plata
  • 39 Tela
  • 1 Alpaca
  • 1 Cacho buey
  • 11 Cuero
  • 116 Fibra de alpaca
  • 119 Fibra vegetal
  • 319 Lana de oveja
  • 3 Metales
  • 3 Piedra
  • 13 Yeso
  

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