Para crear cada pieza, las artesanas se surten de plata en granalla: bolitas del tamaño de un grano de arroz, que mezclan con cobre y exponen a temperaturas altas y controladas, hasta fundirlas y convertirlas en láminas.
Después de dibujar a mano alzada el diseño sobre la lámina de plata, con una herramienta similar a un cincel las artesanas marcan los bordes, cortan con una sierra y pulen. Algunas piezas son trabajadas con la técnica de la forja; en otros casos, añaden delicadas incisiones o diminutas varillas. Esto le otorga a sus piezas la forma curvilínea de un colgante, ya sea un collar o unos chaway, aro tradicional Mapuche que representa a küyen (la luna) y su relación con el ciclo femenino.
Las mujeres detrás de esta colección
Aunque tradicionalmente la platería Mapuche ha sido un oficio de hombres, traspasado por generaciones por los rütrafe (“plateros” en mapudungun), las Plateras de Mariquina lo aprendieron en 2008 gracias al maestro Reimundo Cona. Luego, a través de capacitaciones realizadas por Fundación Artesanías de Chile y el programa Proartesano, las artesanas desarrollaron la Colección Chaya Mari en conjunto con la diseñadora María Paz Cuadra, creadora de la marca de joyas Zurda.
Uberlinda Ortiz
Aunque durante el día se preocupa de sus gallinas, de la huerta de su casa y también teje a crochet, lo que le queda de tiempo libre Uberlinda suele destinarlo a lo que considera su método para salir del estrés: sumergirse en crear las mostacillas de plata que luego utilizan sus compañeras de la agrupación.
Guacolda Manquelafquen
Sus manos, dice Guacolda, son de una campesina que trabaja la tierra y también de una artesana que hace joyas en plata. Junto a las otras integrantes de Plateras de Mariquina ha visto en la orfebrería una oportunidad para rescatar las costumbres de sus ancestros y hacer de las joyas su fuente de trabajo.
Carmen Toledo
Cada mañana Carmen se levanta bien temprano y una vez que tiene listas las cosas de su casa, toma desayuno, se baña y parte al taller a trabajar. Su rol en el grupo es revisar las piezas hasta el último detalle; que no quede ninguna raya ni imperfección: para eso lima, empareja, lija y hace las terminaciones.
Ximena Nahuelpan
Aunque sus abuelos Mapuche tenían algunas joyas de plata, Ximena reconoce que su familia no siguió muy conectada con las tradiciones; tampoco hablaban mapudungun. Gracias a la orfebrería se introdujo en la cosmovisión de sus ancestros e incluso su papá, quien no era muy entusiasta en mantener las costumbres, comenzó a valorar su trabajo.
Irma Tripailaf
Fue ella quien, para una de las sesiones de capacitación con Artesanías de Chile, llevó como referente las ollas, ya que forman parte del escudo de San José de Mariquina y que luego sería el elemento que unificaría la nueva colección. Para ella representan no solo a su pueblo, sino que también la unión de su grupo: “La olla es lo familiar”.
Laura Herrera
En marzo de 2022 las Plateras de Mariquina sufrieron la partida de Laura, quien falleció de Covid. Según sus compañeras de grupo, destacaba por ser siempre positiva y estar llena de energía. Esta colección, aseguran, es una forma de homenajearla por su dedicada entrega al oficio, por el cual trabajó con tanto amor.
Liliana Tripailaf
Además de dedicarse a la platería Mapuche, el trabajo de Liliana ha estado siempre relacionado con difundir la cultura y tradición de este pueblo. Por eso, luego de un diagnóstico de cáncer, decidió plasmar sus memorias en un libro donde registró su saber.
Alicia Tripailaf
A pesar de que tienen el mismo apellido, no es familia directa ni de Irma ni de Liliana, pero esta última artesana fue la que la integró a las Plateras de Mariquina. Cuando llegó, Alicia se maravilló con el oficio. De esta colección lo que más le gustó fueron los aros. Incluso, le encargó unos a Laura antes de que falleciera, a quien recuerda a través de ellos con mucho cariño.
LA DISEÑADORA: María Paz Cuadra
Diseñadora y dueña de la marca Zurda joyas, su rol fue acompañar a las artesanas en el desarrollo de una colección que naciera de ellas y con la cual se sintieran identificadas culturalmente. “Había que hacer algo que fuera identitario a sus contextos, y no algo impuesto por mí como diseñadora”.