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ICÓNICAS es una selección que reúne 15 obras de artesanía, de esas que heredamos de generación en generación, que son parte de nuestra identidad porque nos recuerdan quiénes somos y de qué estamos hechos. Para todos quienes preserven esta tradición o quieran rescatarla, desde hoy puedes encargar todas estas artesanías icónicas en www.artesaniasdechile.cl. Identidad hecha a mano los 365 días del año.
Esto significa que estás comprando una obra a pedido, que será encargada directamente a una artesana, artesano y/o agrupación de nuestra red. El plazo de entrega es de 25 días hábiles, un plazo que responde a los tiempos orgánicos de la producción artesanal, que está sujeta a condiciones externas de producción (por ejemplo, las condiciones del clima para la recolección de las materias primas).
«Entre el tiempo sin tiempo del museo y el tiempo acelerado de la técnica, la artesanía es el latido del tiempo humano».
Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990.
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Para crear la cerámica negra que le otorgó a la alfarería de Quinchamalí el Sello de Denominación de Origen, sus cultoras/es preservan un trabajoso proceso, que comienza con la recolección de la arcilla.
De regreso en sus casas, en una caja forrada en plástico, las cultoras/es vierten un balde de arcilla, tres cuartos de balde de arena, un cuarto de tierra amarilla y agua, para luego dejar reposar la mezcla de un día para otro.
El paso siguiente es amasarla con los pies, hasta que la mezcla quede compacta, para luego comenzar a bastorear; con las manos van haciendo un lulo, retirando todas las piedrecillas de la mezcla.
Para crear objetos cerrados, como un chanchito, utilizan la técnica de tapas, que consiste en amasar bolitas para luego aplastarlas y ondearlas. Con dos tapas forman una base ovalada, modelan la figura y la dejan orear.
Con una piedra lisa que obtienen del río y un poco de agua, a continuación bruñen las piezas para luego encolarlas con una mezcla de tierra roja y agua, que permite garantizar ese color negro intenso que caracteriza a esta alfarería.
Para añadir los decorados en bajo relieve que caracterizan a la alfarería de Quinchamalí, sus cultoras y cultores utilizan una aguja o un palito de ciruelo, y la tierra blanca que obtienen de su propio territorio.
¿El toque final? El proceso de quema; en un fogón, primero con guano de buey -hasta que las piezas adquieren un color rojo vivo-, y luego con guano de caballo, que emana el humo que va tiñendo las piezas de negro profundo.
Cuando las piezas están frías, las artesanas y artesanos las frotan con una mezcla de greda blanca y agua, especialmente sobre los dibujos, procurando que los trazos se impregnen para siempre en cada surco.
Identidad Hecha a Mano
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