Ángel de cobre

Desde la llegada de los españoles, e influenciado por las órdenes franciscanas, en Chile la escena del nacimiento ha sido retratada ampliamente por la cultura popular. Para ello, establecidos a lo largo y ancho del territorio, hasta en los lugares más recónditos las maestras y maestros artesanos incorporan materias primas propias de su entorno, con las que retratan elementos comunes, pero cargados de identidad: una mujer tomando mate, un hombre vestido de poncho y chupalla, chanchos, vacas y cabras a su alrededor, todos dispuestos en un establo con forma de ramada. Al trío de figuras que componen la Virgen, San José y el niño se le reconoce como Nacimiento, mientras que el Pesebre se refiere a la escena que incluye, adicionalmente, a más personajes y animales, además de la pesebrera.

Este ángel fue forjado en cobre por el artesano Jorge Monares con una técnica que tardó doce años en descifrar: la misma que utiliza para levantar jarros, ollas y vasijas, que lo ha hecho merecedor del Sello de Excelencia a la Artesanía. Por la prolijidad de su técnica, realizar cada pieza implica alrededor de dos meses de trabajo. En su taller ubicado en la Región Metropolitana, a partir de grandes planchas primero marca y después corta con una tijera para metal. Luego, utilizando un soplete, calienta la pieza hasta que adquiere un tono rojizo. Solo entonces, sobre una base de madera empieza a hacer la forja, moldeando las figuras golpe tras golpe con la ayuda de diversos martillos para luego otorgarle, con una paleta de metal, los toques finales.