Ángela Llanquinao cuenta que si no teje, se muere. Ha trabajado la lana en el telar desde pequeña y con esa habilidad ha mantenido a su familia. Ahora, Ángela es parte del grupo de 17 artesanas mapuches de las localidades de Padre Las Casas y Cholchol, de la Región de La Araucanía, que durante este año han participado en un proyecto de apoyo y rescate de su trabajo artesanal.
Ejecutado por la Fundación Artesanías de Chile y con el apoyo de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, el proyecto tuvo la particularidad de unir el pasado con el presente: Ángela y las otras 16 artesanas visitaron Santiago para conocer una colección de mantas y trariwes mapuches de fines del siglo XIX e inicios del XX que conserva el Museo Nacional de Historia Natural, MNHN.
Tras analizarlas, sacarles fotos y, por cierto, admirarlas —’un trabajo muy bien hecho’, señala Ángela—, las tejedoras volvieron a sus casas para reinterpretar esas mantas y fajas de sus antepasados. Fueron acompañadas en este proceso por la diseñadora Alejandra Bobadilla.
El resultado de este trabajo quedó plasmado en el libro ‘Herederas de Llalliñ. Relato de 17 artesanas mapuches’, que mañana será presentado en el MNHN, junto con una pequeña exposición —que solo estará abierta hasta el domingo— de algunas mantas del acervo del museo junto a sus interpretaciones de 2019.
‘El tejido mapuche no es una mera técnica artesanal, es un lenguaje en que cada hilo transmite una sabiduría milenaria heredada de generación en generación’, señala Claudia Hurtado, directora ejecutiva de la Fundación Artesanías de Chile, sobre el trabajo manual que la entidad ha buscado preservar con este tipo de proyectos.
‘Las artesanas dicen que sus manos tienen memoria y lo pudimos comprobar en el resultado de sus piezas. Cada una de ellas eligió una y, si bien en un principio pensamos que las mantas y trariwes serían fuente de inspiración para un diseño propio, ellas copiaron al pie de la letra los diseños, logrando piezas de gran valor y belleza. Este es un rescate muy significativo, ya que son piezas que no se hacían hace más de 100 años’, agrega Hurtado.
‘Ellas reconocieron diseños que eran parte de su memoria, y se atrevieron a apostar a este nuevo desafío, que es dar una nueva reinterpretación’, comenta Alejandra Bobadilla. ‘Como diseñadora, hice una propuesta, primero identificando materiales de alta calidad’, explica la diseñadora, cuyo acompañamiento implicó trabajar con las tejedoras el uso de productos como lana merino y anilinas certificadas para el teñido, además de realizar talleres y ver el avance de las artesanas en sus tejidos. ‘Otro valor agregado del proyecto fue la asesoría en diseño, que incorpora color, forma, dimensión, textura’, apunta Bobadilla, quien lleva años trabajando con comunidades mapuches.
‘Nos interesa trabajar en otros proyectos que rescaten piezas tradicionales pertenecientes a los nueve pueblos indígenas de nuestro país. En este sentido, el objetivo de la fundación es generar colecciones patrimoniales que sean reconocidas, valoradas y adquiridas por los chilenos’, aclara Claudia Hurtado.